Por: Andrés Gómez O.
Es de vital interés el debate propiciado por las declaraciones del senador Gustavo Petro sobre el futuro petrolero del país en una eventual presidencia suya: “Si un gobierno del Pacto Histórico llega a ganar, ese gobierno debe decretar la suspensión de la exploración petrolera en Colombia“. Las reacciones desde diferentes espectros políticos han sido de general rechazo. Precandidatos como Juan Carlos Echeverry y Rafael Nieto hablan de “explotar las áreas que hoy no están produciendo”, “aumentar la exploración y la producción petrolera para poder extraer la mayor cantidad posible de petróleo en los próximos 15 o 20 años”; Enrique Peñalosa se pregunta “¿para qué lo vamos a dejar nosotros bajo tierra?” y en el mismo sentido afirma Jorge Enrique Robledo, que con una propuesta de este tipo “en nada se reduciría el calentamiento global”. Con un pequeño matiz, Sergio Fajardo habla de detener el “fracking” y Alejandro Gaviria propone “cambiar la oferta exportadora, que no puede seguir dependiendo del carbón y del petróleo”. La intervención de Petro está en línea con la propuesta que desarrolla desde 2018, en la que ubica la acción ante la crisis climática como tema central.
Suspender la exploración petrolera en busca de nuevas reservas es una medida necesaria para enfrentar la crisis climática, y es abundante la literatura científica que así lo sostiene. El último reporte del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), dado a conocer en agosto, es el resumen más completo y alarmante de lo que dice la ciencia física sobre el tema. El Panel afirma que las actuales concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera no se han experimentado en por lo menos 2 millones de años, y que del total de las emisiones generadas desde 1750, más del 64% son causadas por la quema de fósiles, que crecieron en sus aportes hasta el 86% en los últimos 10 años. Al ritmo actual de emisiones anuales estiman que superaríamos los 1,5C en menos de diez años. La publicación es tan contundente que llevó al Secretario General de Naciones Unidas António Guterres a afirmar que sse trata de una alerta roja para la humanidad y que “debe sonar como una sentencia de muerte para el carbón y los combustibles fósiles, antes de que destruyan nuestro planeta”. De manera categórica afirma que “los países (…) deben poner fin a toda nueva exploración y producción de combustibles fósiles”.
La revista científica Nature publicó recientemente una investigación, con gran nivel de detalle, donde se concluía que el 90% del carbón, el 58% del petróleo y el 59% del gas no pueden ser extraídos si se quiere tener al menos una posibilidad del 50% de no superar un aumento de 1,5C en la temperatura media global; sobrepasar esta cifra implicaría sufrir impactos aún más catastróficos que los que evidenciamos hoy. En palabras de los autores «muchos proyectos de combustibles fósiles, operativos y planificados, son inviables», lo que implica que billones de dólares en “activos” de las compañías petroleras, públicas y privadas, perderían su valor. En este sentido, la organización analista del mercado de hidrocarburos “Carbon Tracker Initiative” publicó un informe a comienzos de este mes, donde advierte sobre la inminencia de que las reservas de hidrocarburos se conviertan en “activos obsoletos”. Observan que la necesidad urgente de detener la incorporación de nuevas reservas y concretar una rápida disminución de la extracción de petróleo y gas, generará un impacto grave en la valoración de las empresas petroleras, reduciendo los flujos de caja futuros, aumentando los costos de capital, y por tanto, poniendo en alto riesgo el dinero de sus inversionistas.
Detener la asignación de nuevos bloques y suspender la exploración que incorpore nuevas reservas de ninguna manera implicaría dejar de explotar petróleo súbitamente
La propuesta de Petro, en el tema petrolero, encuentra respaldo tanto en la ciencia del clima como en la economía. Detener la asignación de nuevos bloques y suspender la exploración que incorpore nuevas reservas de ninguna manera implicaría dejar de explotar petróleo súbitamente: sería un primer paso hacia la acción efectiva frente a la crisis climática, que además permitiría el desmonte paulatino y ordenado de la dependencia nacional de los ingresos asociados a la exportación de petróleo. De acuerdo al segundo informe trimestral de Ecopetrol, los niveles de carga de las refinerías de Barrancabermeja y Cartagena estarían alrededor de los 360.000 barriles diarios cuando su producción promedio, en el mismo período, fue de 660.900 barriles al día. Según la ANH, las reservas probadas de petróleo a diciembre de 2020 son de 1.816 millones de barriles, y si tenemos en cuenta un modesto aumento del factor de recobro, tendríamos crudo que supliría las necesidades internas por cerca de 15 años, tiempo en el que se debe propiciar una transformación económica que nos permita dejar de depender de una actividad que pone en riesgo nuestras comunidades y ecosistemas, la Tierra toda. Las y los candidatos presidenciales que proyecten un horizonte de vida distinto para nuestro país, deberían estar pensando en esta dirección; la evidencia es suficiente, y la urgencia, manifiesta.
Tomado de: Las2Orillas